Para su tradicional concierto navideño, a comienzos del año 2006 la Orquesta de la Comunidad de Madrid (ORCAM) me solicitó a través de su director artístico musical, José Ramón Encinar, la composición de un tríptico de villancicos para coro y orquesta, dejándome plena libertad sobre la procedencia de los mismos, quedando en todo caso descartados aquellos que iban a ser utilizados por los otros dos compositores cuyas obras habían de ser interpretadas en el mismo concierto, José García Román y Alejandro Yagüe.
La ORCAM y José Ramón Encinar en la sede de la Orquesta en Madrid
De entre los más populares escogí Pastores, venid, pareciéndome que su carácter alegre podía servir muy bien para final del tríptico. Como número central y a modo de tiempo lento, me pareció idóneo recurrir a El cant dels ocells, que sin ser propiamente un villancico, sino una canción popular, tanto su asunto (el gozo de los pájaros ante el nacimiento de Jesús) como la enorme difusión de que goza a raíz de la adaptación para violoncello solo que realizara Pau Casals y su inclusión en la mayor parte de sus conciertos, le han conferido un carácter muy apropiado para su utilización en las festividades navideñas. Y como contraste, busqué para la primer número un origen culto (es decir, de autor), recurriendo a una de las piezas más hermosas de uno de nuestros más grandes polifonistas del siglo XVI: el villancico (o "villanesca", para ser más exactos, pues en todo caso es de la palabra "villano" -hombre rústico, por oposición a noble o "hidalgo"- de donde derivan ambos términos) a cuatro voces Niño Dios de amor herido, compuesto por Francisco Guerrero (1528-1599) dentro de la colección Canciones y Villanescas Espirituales, publicada en Venecia en 1589. De ese modo, la estructura conceptual del tríptico se desplaza desde lo culto de la composición de Guerrero a lo eminentemente popular de Pastores, venid, pasando por un estado intermedio en el que el origen popular de la canción catalana se da la mano con el tratamiento culto que de ella hizo Casals. Niño Dios de amor herido, primer movimiento de los Tres Villancicos, respeta escrupulosamente el trabajo polifónico de Guerrero, que se inserta dentro de una forma de "coral variado" en la que el elemento melódico de cada uno de los versos es glosado por la orquesta, separando las intervenciones del coro, en un tratamiento armónico eminentemente modal.
Comienzo de Niño Dios d'amor herido de Francisco Guerrero (1589)
En El cant del ocells, y recordando la figura de Pau Casals, inseparable de esta melodía, es un violoncello solista el que lidera la composición desde el principio hasta el final, sucediéndose durante su discurso las diferentes intervenciones de mi armonización para el coro de la canción popular catalana, situándose en la parte central un breve fragmento descriptivo en que violines primeros y segundos evocan "el canto de los pájaros".
Por último, Pastores, venid hace suyo el carácter alegre y jubiloso del villancico popular, que tras una introducción de la orquesta es expuesto en las secciones primera y última de una pieza ternaria a las que sirve de contraste una parte central lenta y contemplativa.
Programa del estreno de los Tres Villancicos
Los Tres Villancicos están dedicados a Alicia Núñez, y fueron estrenados en la Basílica Hispanoamericana de Nuestra Señora de la Merced de Madrid el 12 de diciembre de 2006, en interpretación de la Orquesta Sinfónica y el Coro de la Comunidad de Madrid bajo la dirección de José Ramón Encinar.
Primera página del primer movimiento de los Tres Villancicos
Primera página del segundo movimiento de los Tres Villancicos
Primera página del tercer movimiento de los Tres Villancicos
Liebre por gato
Por Andrés Ibáñez
(Crítica publicada en el diario ABC. Madrid, 16 de diciembre de 2006)
¡Que gran acierto de programación! ¿Un concierto de villancicos para todos los públicos o un concierto de música contemporánea para todos los públicos? Las dos cosas al mismo tiempo. La basílica de Nuestra Señora de la Merced es inmensa: brutalismo arquitectónico, hormigón por todas partes y un retablo compuesto por grandes piezas metálicas oxidadas y cadenas colgantes bajo las cuales la música suena como intimidada, poco ayudada por una acústica que tiende a destacar detalles invididuales y a desdibujar conjuntos, y en la que el coro se oye extrañamente remoto. Una grúa de Telemadrid del tamaño de un diplodocus joven, efectos luminosos esporádicos, glomérulos pop multicolores y un apagón repentino que obliga a José Ramón Encinar a detener una de las piezas y volver a empezar.
La música, excelente. Suntuosas versiones para coro y gran orquesta de villancicos populares (de Carmelo Bernaola, Turina y Yagüe) y un villancico original de José García Román, que también contribuye con una versión para coro y orquesta de dos ensaladas de Mateo Flecha. Pensamiento: que quizá las dos obras musicales más definitorias e influyentes del siglo XX hayan sido Pulcinella y la orquestación de Webern de la fuga de la Ofrenda musical. Porque ¿dónde comienza la "tradición" y termina la "vanguardia"? Los "Tres villancicos" de José Luis Turina son la cima intelectual de la noche, deconstrucciones fascinantes de canciones populares y de poli- fonía de Francisco Guerrero, descomposiciones y recomposiciones ritmicas y armónicas de música preexistente. [...]
Brillo, brillo, bellas contribuciones de voces individuales del coro, gongs, marimbas y bastón de lluvia, pasión y exactitud en la dirección de José Ramón Encinar ¿Qué más se puede pedir?