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El Trío Parnassus (Yamei Yu, violín; Michael Gross,
violoncello; Chia Chou, piano)


Viaggio di Parnaso

Para Violín, Violoncello y Piano


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Comentario


Compuesto entre los meses de agosto y noviembre de 2005 por encargo de la Universidad Autónoma de Madrid para su ciclo de conciertos correspondiente al curso 2005-06, este trío para violín, violoncello y piano nace voluntariamente condicionado desde el comienzo tanto por el carácter docto de su entidad destinataria como por la denominación del grupo encargado de su primera interpretación, el Trío Parnassus.
Por un lado, en esta obra se dan cita una serie de aspectos relacionados con la traslación a la composición musical de elementos y procedimientos procedentes del mundo de la literatura. Mi interés por todo cuanto permite relacionar la música y el lenguaje se remonta a mis primeras obras, y una vez rebasada una amplia etapa centrada en la utilización musical de elementos más cercanos al lenguaje hablado y a sus aspectos eminentemente musicales, se abre tal vez con este trío otra más cercana al lenguaje escrito, tanto en lo relativo a lo estrictamente retórico, como en lo abiertamente literario y, más concretamente, poético. De este modo, los dos movimientos que integran esta obra reflejan desde sus títulos ese intento de acercamiento de aspectos literarios: El primero se titula Tres oxímoros, y en el se suceden, sin solución de continuidad (hasta el punto que las dos últimas van entrelazadas), tres secciones que recrean de una forma u otra las contradicciones a que hace referencia dicho término, y en las que la diferencia tímbrica, irreconciliable, entre las cuerdas y el piano, sirve de soporte material a su realización. En la primera, Allegro mesto (= alegre triste) se superponen dos ideas de carácter antagónico, representadas por el movimiento ligero y rápido del piano, de un lado, frente a la melodía de notas largas en la cuerda, de una cierta evocación nostálgica. En Agitato tranquillo, cuerdas y piano parecen vivir en dos mundos conceptuales diferentes, lo que incluso se plasma en la dualidad de tempi y de carácter: riguroso y bien medido el del piano, y muy rubato el del violín y el violoncello. Parecido tratamiento sigue el Lento presto, que constituye una suerte de scherzo en que ambos grupos instrumentales desarrollan discursos claramente alejados entre sí.
Por su parte, el segundo movimiento recrea en sus aspectos formales básicos las estructuras estróficas de un soneto y de unos ovillejos, en que cada mini-sección sería equivalente a un verso de una y otra formas poéticas, pero entrelazadas una con otra de tal manera que resulta prácticamente imposible distinguirlas, de tan interpenetradas como resultan. Sólo la recurrencia de ciertos materiales temáticos puede arrojar, en algunos momentos, una cierta luz sobre el recorrido formal definitivo.

Portada de la primera edición del Viaje del
Parnaso
de Miguel de Cervantes (1614)

Por otro lado, la denominación del propio Trío Parnassus, encargado del estreno en Madrid de esta obra y a quien está dedicada, encaja a las mil maravillas con todo este mundo de artificios retóricos y poéticos que sirve de soporte conceptual a la composición. Y el juego con el Viaje del Parnaso cervantino habría sido más que suficiente de no ser porque la referencia a una tradición anterior que ese extenso poema implica hacía aún más sugestiva la idea de recrear de igual modo, ya desde el propio título, las incontables evocaciones presentes en la música.

Fragmento del Viaggio di Parnasso de Cesare Caporali (1578)

Por eso el título italiano de la composición, que se aparta de ese modo de la obra de Cervantes para situar el juego (¿nostálgico?) en el Viaggio di Parnaso, un algo más breve poema publicado en 1578 por Cesare Caporali di Perugia, inscrito en la tradición satírico-alegórica de ascendiente clásico, en la que se narra autobiográficamente, en ocho capítulos, un viaje fantástico al Monte Parnaso, a bordo de una galera capitaneada por Mercurio, emprendido para defenderlo de los poetastros por muchos buenos poetas que, reunidos allí con Apolo, salen victoriosos de la batalla. Viaggio donde, por tanto, hay que situar el inmediato antecedente del célebre Viaje de Miguel de Cervantes.
El Viaggio di Parnaso fue estrenado el 4 de marzo de 2006 en la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional de Música de Madrid, dentro del XXXIII Ciclo de Grandes Autores e Intérpretes de la Música de la Universidad Autónoma de Madrid. La partitura está dedicada a sus intérpretes, el Trío Parnassus.

Programa del estreno del Viaggio di Parnaso
(Madrid, 4 de marzo de 2006)


Primera página del primer movimiento de Viaggio di Parnaso

Primera página del segundo movimiento de Viaggio di Parnaso



Críticas



La sabiduría del dominador de sus recursos
Por Luis Suñén
(Crítica publicada en el diario El País. Madrid, 6 de marzo de 2006)

Cumplía el sábado el ciclo de la Autónoma con una obligación asumida y admirable: la del encargo de obra nueva a un compositor español. Se trataba esta vez de José Luis Turina (1952), con su Viaggio di Parnaso, para violín, violonchelo y piano, y cuyo título tiene que ver tanto con sus intérpretes como con su intención, sus guiños, sus climas, esa especie de resumen que destila de todas las glorias que el compositor tiene en su altarcillo particular, incluidas las familiares.
Todo estupendamente entrelazado en un discurso tras el que se adivina el placer de la escritura, pero que es generoso con un oyente que entra enseguida en su atmósfera sensual, tranquila, sosegada y atravesada siempre por la sabiduría del dominador de sus propios recursos.
Estupenda música magníficamente servida por el Trío Parnassus que rescató un primerizo Cuarteto con piano de Schumann, bordó el del Turina mayor y dictó lección en el Trío en do menor de Brahms. Buenísimos, oiga.



JOSÉ LUIS TURINA ESTRENA TRÍO
Por Arturo Reverter
(Crítica publicada en el nº 207 de la revista Scherzo. Madrid, abril de 2006)

El concierto que aquí se comenta fue estupendo, aunque las altas horas no consiguieran despertar el interés mayoritario de un público que sólo medió la sala grande del Auditorio. El Trío Parnassus es un conjunto que tiene un pedigrí bien acreditado, con una excelente colección de grabaciones en su haber. Los tres instrumentistas -Yamei Yu, violín, Michael Gross, chelo, y el felino Chia Chou, piano- tocan con finura, elegancia, claridad y sentido de la forma, con un fraseo quizá no arrebatado o arrebatador, pero perfectamente cincelado. Lo que les falta de brío o vibración, de energía o potencia, lo suplen con refinamiento, gusto y una rara fantasía.
En todas las obras programadas acertaron. Primero, en la que constituía estreno absoluto, encargo de la Universidad, ese Viaggio al Parnaso -título en homenaje a los intérpretes-, que nos muestra una vez más la exquisitez del lenguaje de José Luis Turina, que revela de nuevo su proclividad a combinar imágenes sonoras y literarias. Los nombres de sus partes nos dan ya la pista: Tres oxímoros, Soneto y Ovillejos. Las cinco secciones se enlazan prácticamente sin solución de continuidad en un proceso de una milimétrica construcción, en el que la música aletea, vibra, progresa en una exposición de acontecimientos menudos, a lo largo de una elaboración pausada y de unas sonoridades trazadas y perfiladas con un extraordinario aliento poético y una enunciación en la que, aunque no da la impresión de que exista ninguna atadura tonal, seguimos atractivos contornos melódicos.
La interpretación nos pareció magnífica por el cuidado, la gradación de intensidades, la riqueza de los timbres, tan juiciosamente manejados por el compositor.
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(Partitura completa y particellas sin marcas de agua disponibles en www.asesores-musicales.com )