"Huir de la emoción es una aventura estéril"

Por Inmaculada García

(Entrevista publicada en el Diario de Sevilla. Sevilla, 8 de julio de 2000)


Lorca, Alberti y Machado han inspirado parte de sus partituras. Con "Ocnos", obra sobre poemas de Cernuda, ganó el Premio Reina Sofía. Su singular pacto entre el verso y la nota ha dado paso a una nueva alianza que tiene como socios la ópera y un libro de caballería. Animado por La Fura, ultima la versión del clásico de Cervantes, un Quijote del siglo XXI al que tendrán acceso los internautas.

Fue de las barbas de Valle Inclán como José Luis Turina se subió al carro de la ópera. En 1980 compuso Ligazón, una obra lírica pensada para una orquesta de cámara inspirada en la creación que, con el mismo nombre, escribió el maestro del esperpento. "Cuando la compuse comprobé lo complicado de la lírica, por lo que decidí dejarla aparcada. Aún así, mi sueño siempre fue escribir óperas porque para un compositor siempre ha sido el sumum".
Más de quince años le ha costado al nieto de Joaquín Turina retomar esta asignatura pendiente, y lo ha hecho con un ambicioso proyecto que echa raíces en el mito cervantino. Don Quijote en Barcelona es el título de la ópera que ha compuesto tras ser requerido por La Fura dels Baus, promotor del montaje y responsable de su puesta en escena. Dividida en tres actos, será coproducida casi con seguridad por el Teatro de la Maestranza y el Liceo, donde se estrenará en octubre.
"Ha sido un trabajo a tres bandas. La Fura dels Baus, Justo Navarro -autor del libreto- y yo. El acercamiento y las sugerencias mutuas han suscitado una experiencia gratificante y enriquecedora". Los dardos envenenados que los sectores más puristas lanzan en la diana de la lírica a La Fura, acusada de "maldita", son puestos en solfa por Turina. "El grupo se mueve en dos planos: uno más agresivo y oro más civilizado, donde se sitúa, por ejemplo, La condenación de Fausto", uno de los tres proyectos operísticos asumidos por la compañía junto a El Martirio de San Sebastián y Atlántida.
"La Fura no va a tirar agua al público ni va a romper coches; simplemente incorpora una deslumbrante gama de posibilidades técnicas a través de efectos multimedia. El cartón piedra aburre y los directores huyen ahora de él".
Es precisamente esta capacidad para romper esquemas el filón en el que se apoya este nuevo Don Quijote. "No es un acercamiento al entrañable personaje cervatino. Lo más importante no es la parodia, sino las novedades que Cervantes introduce desde el punto de vista de la narración".
Las curiosas aventuras y zarandajas que se desencadenan en la visita que hace el ingenioso hidalgo a la Cueva de Montesinos tiene su disparatada réplica en la versión operística, donde el personaje "es convocado a una subasta en la que se puja por el libro". Una peripecia que acaba en Barcelona, ciudad donde el valeroso caballero asiste a un congreso internacional centrado en la universal obra de Cervantes, de la que él es su indiscutible protagonista.
Estos saltos de tiempo hacen de El Quijote, a juicio de Turina, una obra cercana al lector actual. "Don Quijote es un personaje del pasado que habla en el lenguaje de hoy". En consonancia ha elegido un estilo musical contemporáneo, "afectado por el tiempo". Dos mundos estéticos se superponen en la partitura. "Uno es atonal, adecuado para desarrollar los conflictos. El otro lo forma una serie de arias tonales, con las que quiero transmitir al público la nostalgia que Don Quijote siente cuando es arrastrado al futuro". Precisamente, la emoción es uno de los rasgos que los críticos destacan de la obra de este autor. "La música está hecha para emocionar. Huir de ella en el arte es una aventura estéril", afirma Turina, para quien lo esencial es "conseguir el equilibrio entre el rigor estructural y la calidad expresiva".
Guiños a otras obras líricas, con los que "con sentido del humor" parodia el género operístico, son otros de los recursos utilizados por él en esta arriesgada obra. "En ella se dejan cuestiones abiertas que se concretarán cuando llegue la hora de la producción y, al igual que en Fausto, una parte de la partitura será compuesta por los internautas". Esta posibilidad resulta "sensacional" para Turina "siempre y cuando sean momentos cabales, ráfagas sugeridas por los compositores que tendrán que quedar sujetas a una selección".
Esta lectura sobre la criatura cervantina sucede a la realizada este año por Cristóbal Halffter. La coincidencia de ambas se justifica en la importancia del personaje. "Es el final del milenio. El arte contemporáneo revisa los mitos antiguos y el mito español por excelencia es el Quijote. Halffter y yo contrastamos tradición y modernidad. Es lo que diferencia una creación virtual, que carece de este planteamiento, y una contemporánea, aquélla que mira al futuro sin olvidar el pasado".
Pero las semejanzas no evitan las distancias. "El acercamiento que Halffter y yo hacemos al libro es diferente. En el de él cuenta sobre todo la reflexión sobre la utopía, es más reflexivo, mientras que el mío es más dramático y prima más el tratamiento teatral. Por eso, el suyo se puede escuchar como una cantata y Don Quijote en Barcelona es imposible concebirlo sin representación".


Un músico con estirpe

Su apellido condicionó su incursión en la música. Nieto del sevillano Joaquín Turina, compaginó sus estudios en el Conservatorio con los de Filosofía y Letras, a los que acabó renunciando para dedicarse de pleno a la composición. En 1978 estrena su primera obra, Crucifixus, a la que seguirían Ofelia muerta, Beltenebros, Nostradamus, Según se mire y Fantasía sobre una fantasía de Alonso Mudarra, entre otras. Su labor ha sido recompensada con premios como el Reina Sofía.